30 de mar. de 2021

Maçã-de-elefante, árvore-do-dinheiro, árvore da pataca, bolsa-de-pastor, dilênia, flor-de-abril ou fruta-cofre :: Dillenia speciosa





Reino: Plantae

Divisão: Magnoliophyta

Classe: Magnoliopsida

Ordem: Dilleniales

Família: Dilleniaceae

Género: Dillenia

Espécie: D. indica

Nome binomial

Dillenia indica

Maçã-de-elefante, árvore-do-dinheiro, árvore da pataca, bolsa-de-pastor, dilênia, flor-de-abril ou fruta-cofre (Dillenia indica) é uma árvore de caule reto e grande copa, da família das dileniáceas. Suas flores são axilares ou terminais, solitárias, de cor amarela ou alva, aromáticas. O fruto é uma cápsula globosa, pêndula, indeiscente, de pericarpo duro e fino, e circulada pelo cálice, que se torna carnoso. Contém numerosas sementes, envoltas em polpa gelatinosa. As sépalas podem ser comidas cruas, cozidas ou em geléias e sorvetes; os frutos entram na composição do curry e de doces. Fornece madeira de cerne compacto e resistente, própria para construção naval. O imperador Dom Pedro I esconderia moedas nos frutos das árvores da pataca dos jardins do Palácio de Verão para brincar que ali nascia dinheiro. Podem ser facilmente encontradas em São Paulo, no Parque Previdência, no Parque do Ibirapuera ou em frente ao prédio de Engenharia Civil da Escola Politécnica da USP. Em Joinville SC, é conhecida como Coco de Adão, tem muitas arvores nas praças, é comum acidentes com este fruto, simplesmente cai na cabeça dos transeuntes.

Sinonímia botânica: Dillenia speciosa Thunb., Dillenia elongata Miq., Dillenia indica f. elongata (Miq.) Miq

29 de mar. de 2021

Mas e a herança? :: Angela Scott Bueno



(...) Mas e a herança? Herança é um lance palpável. Daí que se existisse justiça nesse mundo a herança, a  mais preciosa, se a natureza obedecesse a ela mesma, (se ela fizesse isso um boçal nunca seria presidente de uma nação, mas enfim) a herança mais  linda,  seria receber os dotes e experiências das pessoas.  Tudo que a pessoa fez na vida,  o que o nosso antepassado viveu. Sempre achei que a gente deveria receber era isso de herança, tipo, deixo à minha prima meus dotes e experiência  em corte e costura, à minha neta, meu domínio absoluto do francês, do inglês e do italiano. Ficaria desejando receber de vovó, além daquele pendantif de pérolas e esmeraldas a  doçura, a delicadeza e abnegação que permeou toda a sua vida na terra, como ela conseguiu tendo vivido situações tão devastadoras, ainda me pergunto. E a disputa familiar sórdida também seria ver pra quem papai deixaria sua experiência de piloto, comandante da Panair, e depois nos DC10 da Varig, ou o seu talento para fotografia, ou o seu fascínio pela física quântica. Tia Dite diria: para a minha afilhada querida, Angela, já que não tive filhos, deixo o meu talento para fazer bolos de três camadas envolvidas em glacê branco como nuvens e confeitos de Delicado. Essas seriam as verdadeiras heranças, ao se abrirem os testamentos. Então estaria lá,  por conta do meu falecimento deixo para minha neta Luiza, que deverá obrigatoriamente passar para sua filha e de sua filha para todas as primeiras filhas desse ramo da família, todas as experiências que vivi nas Ìndias e nos navios de Maurício de Nassau, a caminho do Novo Mundo. Ou de Tia Esther, em sua última folha, em sua última frase. "Deixo para minha sobrinha, Angela, meu segredo de amor, o inconfessável. O amor tão intenso que eu jamais vivi." Cidades submersas.

25 de mar. de 2021

Abdias Nascimento (1914 – 2011) Franca SP

Carybé

"[...] Para a infância negra

construiremos um mundo diferente

nutrido ao axé de Exu

ao amor infinito de Oxum

à compaixão de Obatalá

à espada justiceira de Ogum


Nesse mundo não haverá

trombadinhas

pivetes

pixotes

e capitães-de-areia."


Olhando no espelho (1980), Abdias Nascimento.

24 de mar. de 2021

El Cabello de mi Abuela :: Paola Klug

Mi abuela paterna era una indígena chinanteca originaria de Veracruz; hija de padre yaqui y mujer de mulato. Tenía la  estatura baja y la sonrisa grande.  Su tez era morena y sus ojos avellanados. Lo que más me gustaba de mi abuela era su cabello; era tan largo que la trenza le llegaba por debajo de la cadera. Cuando conoció a mi abuelo dejó su mar y se trasladó a la ciudad de México junto a él;  con mucho esfuerzo se hicieron de un pedazo de tierra en el lugar de coyotes y en su nuevo hogar plantó muchos árboles frutales para no extrañar el olor de su origen.


A ella le encantaba contar historias debajo del naranjo, siempre me hablaba de la zafra o me enseñaba el canto de los ríos; ella siempre hablaba de todo, menos de ella. En ocasiones yo miraba sus ojos tristes y contemplaba su dolor cada vez que se destrenzaba y cepillaba sus largos cabellos. Una vez me atreví a preguntarle porqué era infeliz; a mi corta edad y con mi poca experiencia le enumeré todas las cosas por las que según yo  tenía que sentirse contenta: Tata te quiere (el abuelo) mi papá, mi tía y yo te queremos mucho nana Cada. Tienes un jardín muy bonito y tu corral está lleno y tus animales son felices.  ¿Porque estás triste?


Ella me miró con ternura, me levantó y me puso sobre sus rodilla frente al espejo. Comenzó a cepillarme el cabello con su propio cepillo y me dijo con su voz dulce:


– Te voy a contar un secreto que solo las mujeres conocemos. Cuando crezcas  conocerás a muchos hombres que pondrán una gran sonrisa en tu cara. Te contarán hermosas historias y te cubrirán con sus brazos cuando tengas frío. A ellos  pequeña,  puedes entregarles el corazón y tus suspiros,  puedes darles una gota de tu sangre y muchas promesas pero por nada del mundo le des uno solo de tus cabellos.


-¿Porque iba a darle mi cabello a un hombre Nana Cada?


-Porque hay veces  en las que uno quiere entregar todo a las personas que ama.


-¿Le diste tu cabello al Tata?


-No mi niña, al Tata solo le di mi corazón.


-Entonces ¿que hombre tiene tu cabello?


Mi abuela sonrió como  una niña al recordar una travesura


-Se lo di a un muchacho que conocí antes de que Tata llegara a mi pueblo. Era muy guapo ¿sabes? Su cara era delgada al igual que sus manos, él nació más al norte del  pueblo del que era mi padre. Llegó en el tren y yo fui lo primero que vio al bajar en la estación.  Su mirada era tranquila como el arroyo detrás de mi casa y su piel del color de la mía. Se llamaba Kai.


Giré el rostro y fruncí mi nariz para ver directamente a mi nana


-¿Y porqué no te casaste con Kai en vez de casarte con el Tata?


-Me case con él. Yo lo quería mas que a mi carne  y él me quería mas que a la suya.  Y fuimos felices mucho tiempo. Yo le entregué mi corazón, mi sangre y..


-¿También tu cabello Nana Cada?


-Si, también mi cabello -me contestó sonriente-


-¿Y que pasó con él?


-Se ahogo en el mar y se llevó entre el agua un pedazo de mi vida.


Me quedé en silencio mientras limpiaba las lágrimas de mi abuela.


-Niña, a un hombre puedes darle tu sangre porque la sangre de las mujeres viene y va cada mes, puedes entregarle tu corazón porque sus emociones cambian como lo hacen  las mareas pero si le entregas uno solo de tus cabellos le darás tu fuerza de vivir. Con tu cabello tejes sueños y atrapas pesadillas cada noche; con tu cabello escuchas las voces de tus ancestros susurrándote en el viento, tu cabello habla con las aves y las estrellas. No es solo cabello es el único trozo visible de tu espíritu. Es la balanza que te equilibra, un hilito de luz que sube por el cielo y te conecta con todo.


-¿Cómo le entregaste tu cabello a Kai Nana?


-Arranqué uno de los míos y lo trencé con uno de los suyos, pero él también me dio uno. ¿Quieres verlo?


-¡Si abuelita!


Mi abuela sacó un mechón de cabello detrás de su nuca en el que había una trenza muy delgada y pequeña.  En la parte superior había un pequeño nudito hecho con varios cabellos.


-Aquí está nuestra unión pequeña. Él es parte de mi y yo soy parte de él para siempre.


Mi abuela me mostró orgullosa su trenza como si fuera una argolla de compromiso o un anillo de bodas.


-¿Cuando desaparecerá el nudo nana?


-Nunca. Esta unión es eterna. El nudo no desaparecerá jamás porque lo tejimos con nuestras vidas.


Me bajó con cuidado y comenzó a trenzar nuevamente toda su cabellera dejando el nudo de Kai oculto entre su larga trenza. Nana Cada cambió inmediatamente de tema, me contó tantos cuentos ese día que olvidé la historia que escondía  su cabello. Pasaron los años y jamás volvimos a tocar el tema. Mi tata murió cuando yo era una adolescente y mi abuela estuvo con él en todo momento. Semanas después mi tía llamó a la casa informándonos que mi Nana también había muerto. Estaba desconsolada pero recuerdo que repetía constantemente


¡Su cabello! ¡Su cabello!


Cuando llegamos  a casa encontramos a mi nana recostada sobre su cama; sus ojos estaban cerrados y mi tía había colocado su larga trenza entre sus manos.  Entonces recordé a Kai y el amor que se tenían. Dijo mi tía que la encontró tirada frente a su espejo y sobre la alfombra estaban unas tijeras; el doctor dijo que mi Nana Cada había muerto de un paro al corazón  pero yo sabía que en verdad ella se había cortado su propia vida…


La historia de mi abuela es un triste pero espero que no me mal entiendan, Nana Cada quería a mi Tata, lo quería mucho pero aveces una mujer puede dar cosas mejores que su corazón.

23 de mar. de 2021

Henriette Ronner-Knip




















 

PROENÇA FILHO, Domício. O poema.

Ali 

o fundo do poço. 

Ali 

o caminho novo.

Ali

a terra, o infinito,

a água, o ar e o fogo.

Ali

a luz, o mistério.

Ali 

o silêncio

e a palavra:

Ali

o risco do jogo.

 In:_____. O risco do jogo. São Paulo: Prumo, 2013.

16 de mar. de 2021

O motorneiro de Caxangá :: João Cabral de Melo Neto (1920-1999)

Ida

Na estrada de Caxangá
todo dia passa o sol,
fugindo de seu nascente
porque o chamam arrebol.

A estrada de Caxangá
é sua pista de aviador;
é a pista que o sol percorre
antes de levantar vôo.

A pista de Caxangá
o próprio sol a traçou,
na substância verde e branda
dos engenhos de redor.

Volta

Mas a estrada não pertence
só ao sol aviador.
É também porto de mar
do Sertão do interior.

Possui hotéis para burros,
hospitais para motor,
cemitérios para bondes,
fábricas para o suor.

Mais tudo o que deve haver
num bom porto de vapor:
armazéns, contrabandistas,
fortalezas, guarda-mor.

Ida

Na estrada de Caxangá
tudo passa ou já passou:
o presente e o passado
e o passado anterior;

os engenhos de outros tempos,
de que só nome ficou;
os sítios de casas mansas,
que agonizam sem rancor;

os quintais de sombra doce
com frutas do mesmo teor,
onde hoje carrocerias
aguardam seus urubus.

Volta

Mas na estrada de Caxangá
nada de vez já passou:
o verde das canas sobra
nos campos de futebol

e ainda nas oficinas
poças do antigo frescor
dos quintais sobram nas úmidas
manchas de óleo de motor:

que a estrada é também a cauda
por onde, ainda em vigor,
o Recife arrasta as coisas
que do centro eliminou.

Ida

Na estrada de Caxangá,
depois que a inaugura o sol,
pares os mais estranhos
todo o dia passam por;

pares como o da raposa
casada com o rouxinol
ou o dos bondes circulando
por entre carros de boi;

caminhões entre galinhas
calam ferralha e furor
e sempre se vê um vaqueiro
olhando um taco de golf.

Volta

Mas na estrada de Caxangá
nem tudo tem tal teor;
por ela passa também
uma gente mais sem cor:

retirantes (sempre a pé)
tirados de todo suor;
imigrantes (de automóvel)
suando, porém de calor;

namorados que passeiam
amadurecendo o amor;
gente que não a passeia,
passa-a, simples corredor,

Ida

A estrada de Caxangá
é também trilhos do sol
(que nem sempre tem o sol)
urgências de aviador):

de cada lado dos quais
um trem de taipa parou,
um trem de casas que lembram
vagões, sem tirar nem pôr;

um trem de casas-vagões
cada um com sua cor
e levando nas janelas
latas por jarros de flor.

Volta

Mas o trem de casas-vagões
passa ou é passado por?
como poder distinguir
do passado o passador?

se na estrada tudo passa
e nada de vez passou?
como saber se é a gente
ou as casas-trem o andador?

ou quem sabe? a própria estrada
rolando com um propulsor?
(pois dela sobe incessante
e subterrâneo rumor).




11 de mar. de 2021

Negro forro :: Adão Ventura (1939 – 2004)

Minha carta de alforria

Não me deu fazendas,

Nem dinheiro no banco,

Nem bigodes retorcidos.

Minha carta de alforria

Costurou meus passos

Aos corredores da noite de minha pele.


10 de mar. de 2021

Num meio-dia de fim de Primavera :: Fernando Pessoa (Alberto Caeiro )

Num meio-dia de fim de Primavera 

Tive um sonho como uma fotografia.

Vi Jesus Cristo descer à terra.

Veio pela encosta de um monte

Tornado outra vez menino,

A correr e a rolar-se pela erva

E a arrancar flores para as deitar fora

E a rir de modo a ouvir-se de longe.

 

Tinha fugido do céu.

Era nosso demais para fingir

De segunda pessoa da Trindade.

No céu era tudo falso, tudo em desacordo

Com flores e árvores e pedras.

No céu tinha que estar sempre sério

E de vez em quando de se tornar outra vez homem

E subir para a cruz, e estar sempre a morrer

Com uma coroa toda à roda de espinhos

E os pés espetados por um prego com cabeça,

E até com um trapo à roda da cintura

Como os pretos nas ilustrações.

Nem sequer o deixavam ter pai e mãe

Como as outras crianças.

O seu pai era duas pessoas —

Um velho chamado José, que era carpinteiro,

E que não era pai dele;

E o outro pai era uma pomba estúpida,

A única pomba feia do mundo

Porque não era do mundo nem era pomba.

E a sua mãe não tinha amado antes de o ter.

 

Não era mulher: era uma mala

Em que ele tinha vindo do céu.

E queriam que ele, que só nascera da mãe,

E nunca tivera pai para amar com respeito,

Pregasse a bondade e a justiça!

 

Um dia que Deus estava a dormir

E o Espírito Santo andava a voar,

Ele foi à caixa dos milagres e roubou três.

Com o primeiro fez que ninguém soubesse que ele tinha fugido.

Com o segundo criou-se eternamente humano e menino.

Com o terceiro criou um Cristo eternamente na cruz

E deixou-o pregado na cruz que há no céu

E serve de modelo às outras.

Depois fugiu para o Sol

E desceu pelo primeiro raio que apanhou.

Hoje vive na minha aldeia comigo.

É uma criança bonita de riso e natural.

Limpa o nariz ao braço direito,

Chapinha nas poças de água,

Colhe as flores e gosta delas e esquece-as.

Atira pedras aos burros,

Rouba a fruta dos pomares

E foge a chorar e a gritar dos cães.

E, porque sabe que elas não gostam

E que toda a gente acha graça,

Corre atrás das raparigas

Que vão em ranchos pelas estradas

Com as bilhas às cabeças

E levanta-lhes as saias.

 

A mim ensinou-me tudo.

Ensinou-me a olhar para as coisas.

Aponta-me todas as coisas que há nas flores.

Mostra-me como as pedras são engraçadas

Quando a gente as tem na mão

E olha devagar para elas.

 

Diz-me muito mal de Deus.

Diz que ele é um velho estúpido e doente,

Sempre a escarrar no chão

E a dizer indecências.

A Virgem Maria leva as tardes da eternidade a fazer meia.

E o Espírito Santo coça-se com o bico

E empoleira-se nas cadeiras e suja-as.

Tudo no céu é estúpido como a Igreja Católica.

Diz-me que Deus não percebe nada

Das coisas que criou —

«Se é que ele as criou, do que duvido.» —

«Ele diz, por exemplo, que os seres cantam a sua glória,

Mas os seres não cantam nada.

Se cantassem seriam cantores.

Os seres existem e mais nada,

E por isso se chamam seres.»

E depois, cansado de dizer mal de Deus,

O Menino Jesus adormece nos meus braços

E eu levo-o ao colo para casa.

 

……

 

Ele mora comigo na minha casa a meio do outeiro.

Ele é a Eterna Criança, o deus que faltava.

Ele é o humano que é natural,

Ele é o divino que sorri e que brinca.

E por isso é que eu sei com toda a certeza

Que ele é o Menino Jesus verdadeiro.

 

E a criança tão humana que é divina

É esta minha quotidiana vida de poeta,

E é porque ele anda sempre comigo que eu sou poeta sempre.

E que o meu mínimo olhar

Me enche de sensação,

E o mais pequeno som, seja do que for,

Parece falar comigo.

 

A Criança Nova que habita onde vivo

Dá-me uma mão a mim

E a outra a tudo que existe

E assim vamos os três pelo caminho que houver,

Saltando e cantando e rindo

E gozando o nosso segredo comum

Que é o de saber por toda a parte

Que não há mistério no mundo

E que tudo vale a pena.

 

A Criança Eterna acompanha-me sempre.

A direcção do meu olhar é o seu dedo apontando.

O meu ouvido atento alegremente a todos os sons

São as cócegas que ele me faz, brincando, nas orelhas.

 

Damo-nos tão bem um com o outro

Na companhia de tudo

Que nunca pensamos um no outro,

Mas vivemos juntos e dois

Com um acordo íntimo

Como a mão direita e a esquerda.

 

Ao anoitecer brincamos as cinco pedrinhas

No degrau da porta de casa,

Graves como convém a um deus e a um poeta,

E como se cada pedra

Fosse todo um universo

E fosse por isso um grande perigo para ela

Deixá-la cair no chão.

 

Depois eu conto-lhe histórias das coisas só dos homens

E ele sorri, porque tudo é incrível.

Ri dos reis e dos que não são reis,

E tem pena de ouvir falar das guerras,

E dos comércios, e dos navios

Que ficam fumo no ar dos altos mares.

Porque ele sabe que tudo isso falta àquela verdade

Que uma flor tem ao florescer

E que anda com a luz do Sol

A variar os montes e os vales

E a fazer doer aos olhos os muros caiados.

 

Depois ele adormece e eu deito-o.

Levo-o ao colo para dentro de casa

E deito-o, despindo-o lentamente

E como seguindo um ritual muito limpo

E todo materno até ele estar nu.

 

Ele dorme dentro da minha alma

E às vezes acorda de noite

E brinca com os meus sonhos.

Vira uns de pernas para o ar,

Põe uns em cima dos outros

E bate as palmas sozinho

Sorrindo para o meu sono.

 

……

 

Quando eu morrer, filhinho,

Seja eu a criança, o mais pequeno.

Pega-me tu ao colo

E leva-me para dentro da tua casa.

Despe o meu ser cansado e humano

E deita-me na tua cama.

E conta-me histórias, caso eu acorde,

Para eu tornar a adormecer.

E dá-me sonhos teus para eu brincar

Até que nasça qualquer dia

Que tu sabes qual é.

 

……

 

Esta é a história do meu Menino Jesus.

Por que razão que se perceba

Não há-de ser ela mais verdadeira

Que tudo quanto os filósofos pensam

E tudo quanto as religiões ensinam?

s.d.

“O Guardador de Rebanhos”. In Poemas de Alberto Caeiro. Fernando Pessoa. (Nota explicativa e notas de João Gaspar Simões e Luiz de Montalvor.) Lisboa: Ática, 1946 (10ª ed. 1993).

 - 32.

“O Guardador de Rebanhos”. 1ª publ. in Presença, nº 30. Coimbra: Jan.-Fev. 1931.

5 de mar. de 2021

Humano :: Pedro Tierra

 Humano não é o impulso

de partilhar a sorte de alguém,
cujo rosto nunca vimos,
mas por algum sinal do sangue
na parede ou no destino
reconhecemos irmão?

Quem de nós ignora
que morremos um pouco
no corpo de quem tomba 
ao nosso lado, alvo de um balaço,
ou sufoca a caminho do hospital? 

Afinal, o que foi feito do berço
de águas e verdes e afetos
que imaginávamos cultivar?
O que foi feito dos sons
do surdo e do tamborim,
da sanfona, triângulo e zabumba,
da viola sertaneja
que nos acalentaram
e desenharam o mapa
dos nossos corações?

Devastado pela dor e pelo ódio,
já não o reconhecemos como o lugar
que moldamos para nascer e amar
na geografia afetiva da alma.

A palavra do poeta seja sopro
sobre a brasa adormecida
de nossa indignação.
E possa acender as chamas
da ira diante do intolerável.

Não temer a ira!
A sagrada explosão da ira
diante do injusto
é que nos faz humanos!

Pergunto aos palácios de vidro
erigidos pelas mãos
dos pedreiros candangos: 
que país será construído
sobre os ossos dos povos
condenados ao matadouro?

Guarani, Kaiowá, Yanomami,
Krenak, Cinta-larga, Tikuna,
Karajá, Suruí, Caiapó, Rikbatsa,
Tapirapé, Kaxinawá, Parakanã, Kamaiurá…

Os Xavante,
sobreviveram ao facão,
ao garimpo e aos massacres.
Às roupas contaminadas com sarampo,
à ferocidade do latifúndio,
devorando veredas e buritizais.
Sobreviverão alcançados
pela maldição do vírus
e pelo silêncio cúmplice dos genocidas?

Ouço na Esplanada
sob o violento azul do inverno
de nossas desesperanças
um difuso clamor.
Que minha voz ecoe o pranto
das mães Yanomami
em busca dos corpos
de seus filhos enterrados. 

A morte aqui tem nome e lugar:
favelas, mocambos, aldeias, quebradas. 

O inverno já nos alcança
enquanto ainda buscamos flores
da primavera pública que se perdeu…
para coroar a tumba dos encantados
nessa semeadura de cruzes.

Hoje, cinquenta e seis mil mortos,
sufocados pela peste,
batem à porta do genocida.
Quem responderá pelas vidas
que a indiferença
transformou em cruzes? 

O holocausto é real.
Os nomes são reais.
A dor é real. O luto é real.
Quem responderá por eles?

Sobre nós o sol
e o olho do drone.
O olho do drone não chora,
não conhece o sal das lágrimas.

Registra a morte, apenas.
Uma geométrica colmeia de assombros
cavada no barro vermelho
do coração do país. 

O olho do drone registra o plantio
para entregar um dia aos segadores
a sinistra colheita da morte.

O país dos abraços
aprende na dor
das distâncias medidas,
um novo idioma de gestos:
Eu te amo,
mas não te toco.
Eu te amo
e porque te amo
não te toco.

Contra o escárnio,
que a palavra do poeta
seja sopro e se faça vento
sobre a brasa adormecida
de nossa indignação.

João Fasolino (1987, Rio de Janeiro)